LAS DROGAS EN EL SALVADOR: BREVE BALANCE DE UN BUEN NEGOCIO

by - noviembre 05, 2018


Introducción: 

Nuestro objetivo será el de dilucidar la amplia y compleja gama de actividades aparentemente latentes conexas a las drogas y el de establecer los Ilegalismos y legalismos que pueden darse en esas acciones impulsadas por intereses. Nuestra hipótesis será que existen una serie de beneficios tanto para estructuras que están en “contra” como para aquellas que viven de las actividades en torno a la cuestión de las drogas tanto para individuos que pareciera que no guardan ninguna relación. 

Desarrollo: 

La cuestión de las drogas en El Salvador es muy poco estudiado por la sociología salvadoreña, los pocos estudios que existen han sido elaborados por estadistas o personas que poca relación tienen con las ciencias sociales. Esto nos vislumbra el poder hacer conjeturas sobre que estos estudios no conllevan ni implícitamente un análisis exhaustivo de las variables que se interconectan dentro de aquellas acciones que se vinculan con las drogas,  ya sean licitas o ilícitas. 
Aquellos estudios solo pretenden obtener datos estadísticos, tabularlos y permitir a las instituciones obtener algún tipo de reconocimiento moral por parte de las gentes expectantes y sus superiores. Por tanto, es casi quimérica toda idea de erradicación de las acciones ilícitas conexas a la cuestión de las drogas. Todo porque subyacentes a las acciones contra el asunto del cultivo, comercialización y consumo de cualquier tipo de drogas se encuentra grosso modo, una serie de beneficios multilaterales y sectoriales tanto para aquellas estructuras que producen, diseminan y consumen las drogas como para aquellas socialmente institucionalizas y aceptadas por la sociedad. Beneficios en términos económicos y placenteros por hacer mención de algunos, ambos beneficios son líquidos en un sentido baumiano.
En las siguientes líneas pensadas sobre la base de datos empíricos de estudios previos a la cuestión de las drogas en El Salvador y sobre las máximas de enfoques teóricos sociológicos como “los estudios en Etnometodología de Harol Garfinkel” y uno de los estudios más influyentes respecto a, “las funciones sociales del crimen y castigo de Sergio Tonkonoff Constantini” que de cierta manera nos servirán como puntos de referencia al momento de elaborar nuestro breve análisis sobre las drogas y la maraña de variables que relaciona.
Es muy importante clarificar qué son las drogas, qué tipos de drogas existen, quiénes las usan, para qué las usan, cuáles son los beneficios que obtienen los consumidores y cuáles son los beneficios que obtienen las estructuras productoras como las que están en contra de estas actividades, y, la siguiente pregunta que nos hacemos y nos causa muchísimo merodeo es, porqué existen drogas legalizadas e ilegales si ambas son drogas y tienen repercusiones relativamente graves en los consumidores activos y pasivos.
Sobre la base de estas incógnitas desarrollaremos las siguientes ideas. Darle una definición a las drogas es un asunto relativamente fácil ya que las podemos definir como sustancias que poseen la capacidad maldita, maravillosa e inaudita de modificar el pensamiento, las sensaciones y las emociones de las personas que las consumen. Según la RAE (2011), las drogas son; “toda sustancia que introducida en el organismo por cualquier vía de administración, produce de algún modo una alteración del natural funcionamiento del sistema nervioso central del individuo y además es susceptible de crear dependencia, ya sea psicológica, física o ambas”.
 Naturalmente que la intensidad de los efectos que causa el consumo de droga es relativo, ya que depende de la cantidad y tipo de droga que se consuma. Hasta aquí hemos puesto en el campo de batalla cuestiones tan complejas como el pensamiento de los individuos que sufre descontroles con el consumo de drogas, aunque como decían los filósofos de la antigüedad “los sentidos nos engañan”, sí, con la diferencia que con el consumo de drogas, e invocando a Ulrich Beck (1944/1-1-2015), se crean riesgos que no se quedan individualizados, sino mas bien, los riesgos de fumar cigarrillos, por ejemplo, trascienden las fronteras de la individualidad afectando con la misma gravedad o mayor a todos los individuos que inhalan el humo que exhalan los fumadores activos. Este hecho se queda latente un muestra sociedad asumiendo que el daño es únicamente para los fumadores activos.
En un estudio sobre drogas realizado en el 2014 se lee, “se estima que un total de 112,746 personas en El Salvador presentan consumo riesgoso, o perjudicial de alcohol (90,594 hombres y 22,152 mujeres), quienes representan un 31.9% del total de los consumidores y el 3% de la población total a la que representan. Se presenta una clara diferencia entre los dos sexos debido a que los hombre poseen mayor riesgoso”. (Estudio nacional sobre el consumo de drogas, 2014).
Según otro estudio realizado por la Comisión Nacional anti-drogas de El Salvador, “los indicadores del último estudio de población de 12 a 65 años de edad del año 2014 en comparación con el estudio del año 2015, demuestran que el consumo de tabaco se ha reducido en relación a la prevalencia del último año y último mes. El indicador muestra que el mayor uso se encuentra en el sexo masculino y se da en jóvenes con edades entre 18 y 34 años” (Informe Nacional de Drogas en El Salvador, 20142). 
Nótese que es la juventud el principal consumista de drogas, y, por tanto, son quienes sufren las consecuencias que varían entre un deterioro de la calidad de vida (en la familia, la escuela...), les genera episodios de agresividad, aumenta el riesgo de contagio de infecciones de transmisión sexual y embarazos no deseados, provocan accidentes (viales, con máquinas o caseros), pueden contraerse enfermedades mortales, entre otras. El futuro del país está en riesgo y no es gratuito que sea la juventud la más afectada, a este paso no se superará el sub desarrollo.
Sin duda, las drogas son uno de los negocios con más presencia y ganancias económicas en cualquier espacio geográfico del orbe, empero, es necesario hacer hincapié en la población que más consume este tipo de drogas, siendo la mayoría jóvenes que consciente o inconscientemente están afectando nocivamente la salud física y mental, limitando sus capacidades intelectuales y físicas para su pleno desarrollo y desenvolvimiento en la sociedad.
El siguiente razonamiento nos deja ver de lo incorrecto, exclusivo y discriminatorio que puede ser llamar “drogadicto” a un individuo que consume heroína o algún otro tipo de droga sea licita o no.
Normalmente los consumidores son personas “de abajo” respecto al status quo. Es decir,  personas pobres, de clase baja y media principalmente, y es quimérica aquella idea sobre que los hijos de burgueses consumen droga pues en este asunto tan astral se entraman los valores morales y culturales que juegan un papel inaudito e ineluctable de distinción de clases sociales al momento de elaborar un análisis en torno a este asunto. Podemos decir que los valores son la esencia dentro del sistema social y que son, junto a las normas sociales, los elementos vitales que de alguna manera determinan la acción y sirven para mantener la cohesión social y a la vez el sistema de clase sociales.
Naturalmente que en un sistema las condiciones están dadas para cada individuo, son las condiciones un elemento que no es susceptible de control. Nadie elige en qué casta o en qué familia quiere nacer y desarrollarse. Ahora bien, para dilucidar el por qué es peligroso e ilegal llamar “drogadicto” a una persona que fuma marihuana u otra sustancia de las que pasan por droga comenzaremos por descartar la palabra “sustancia” para referirnos a la droga, para ello solo la llamaremos como “medio por el cual, sea cual sea su vía de administración, posee la capacidad poderosa de modificar el pensamiento, las emociones y el comportamiento de los individuos”. La idea central es que las drogas no solo son el cigarrillo, el tabaco, la marihuana, la cocaína etc. Sino también, a nuestro sano juicio la televisión, la radio, la internet, las redes sociales cibernéticas, inclusive aquella persona tan especial que nos gusta; o acaso no tienen estos elementos o medios la capacidad de trastocar nuestro pensamiento, inferir grandemente en nuestros estados emocionales, y por su puesto alterar nuestros comportamientos.
Dicho lo anterior queda implícita la duda sobre que también de alguna manera somos más u menos drogadictos aunque no consumamos sustancias de las que en la sociedad pasan por drogas. Todo esto basado en la definición que le hemos dado a la portentosa palabra droga.
Respecto a los beneficios. Estamos claros que los beneficios económicos son singularmente para aquellas estructuras que producen y diseminan la mercancía por todo el territorio y más allá de los límites geopolíticos salvadoreños. Los consumidores no hacen más que destruir su propia vida y las de otras en el sentido expuesto anteriormente, su beneficio es efímero y generador de ansiedad en términos de placer y satisfacción de la necesidad. “Al igual como ocurre en otros países latinoamericanos, la marihuana es la sustancia ilícita de mayor consumo en el territorio salvadoreño, un 9.3% declara haberla consumido alguna vez en su vida, 17.3% de hombres y 3.3% de las mujeres”. (Estudio nacional del consumo de drogas en El Salvador, 2014).
Sería fructífero ahondar en los métodos que están detrás de las prácticas en torno a la droga, métodos que conscientes o no las gentes siempre están utilizando para realizar cualquier acción. Métodos utilizados desde el cultivo de la droga hasta los métodos que se utilizan para consumirla, lastimosamente no nos alcanzan pocas páginas para abordar con relativa exhaustividad cuestiones tan abstractas.
Cómo se benefician las estructuras que poseen la etiqueta ambivalente de estar contra la producción, comercialización y consumo de tipos de droga. La respuesta puede ser que existe un nexo entre las estructuras ilegales para la sociedad y las instituciones reconocidas por la misma. Este nexo consiste en una mutua dependencia para su existencia aunque son más dependientes las que pasan entre nosotros por heroicas. Si no existiesen tales actividades ilegales por ende no existiese la necesidad de tener instituciones que buscan penar lo que se considera como ilegalismos, interno a ellas existen un embrollo de beneficios económicos, políticos y cohesionales. 
Para Durkheim “el castigo penal constituye un ritual público y violento que, interpelando sentimientos y creencias comunes, ratifica la posición trascendente de los valores en los que un conjunto se reconoce como tal” (Tonkonoff, 2012).Otra cita que nos ayuda a explicitar este asunto es la siguiente, “la droga es un elemento económico y cultural que casi nada tiene que ver con el individuo excluido que acaba dependiendo de ella; que tiene unas raíces socioeconómicas muy profundas, no solo en función del dinero del narcotráfico y su oculta, pero indudable, diversificación e incorporación en el tejido de la economía nacional e internacional (las dimensiones del blanqueo del dinero del narcotráfico sin duda tienen que ser algo espectacular), sino también a nivel social e institucional, con la gran cantidad de instituciones centradas total o parcialmente en la droga, que suponen muchos puestos de trabajo y de representación política”. (Valverde, 1996).
Se deja ver que tal idea de exterminar toda actividad con relación a la droga es una mera utopía. O mejor, una falaz idea que se le vende a la sociedad que lejos de interesarse en analizar este complicado asunto las acepta sin ningún merodeo o simplemente hace de ello caso omiso.
En El Salvador “durante el período 2009-2014, se experimentó un aumento en las incautaciones de marihuana con un total de 5,627 kg; seguida de la cocaína con un total de 3,470 kg; la heroína con 43.9 kg y el crack con 14 kg. Fueron detenidas 9,531 personas, 95% eran hombres principalmente jóvenes de entre 18-24 años. La droga con más incidencia fue la marihuana con un 91%, seguida del crack con 6% y 3.4% la cocaína”. (Comisión Nacional Anti-drogas, 2015).Sin duda, El Salvador es un territorio donde al igual que en otras partes del mundo las actividades que giran en torno a la droga se han convertido en “incontrolables”. Este penúltimo párrafo lo dedicaremos a la cuestión del por qué existen drogas legales e ilegales. Nuestra premisa es que la droga legal aprobadas por instituciones como la OMS tras un estudio exhaustivo de sus propiedades tiene mayores usos y mayores beneficios al aplicarlas y consumirlas en la sociedad como antídotos, empero, causa daños latentes a los consumidores aunque sus efectos secundarios tiene algún tipo de tratamiento debido a que antes se han conocido sus propiedades. “Las estructuras sociales que manejan la droga legal obtienen beneficios por vender la droga como antídoto de alguna enfermedad y al mismo tiempo por vender el antídoto del daño secundario que se crea al ingerir la droga como cura”. La droga ilegal, intuyo,  no se legaliza por el hecho de que estas generan cantidades de dinero abrumadoras siendo ilegales más que al legalizarlas. Esto se explica mejor si tomamos en cuenta la serie de beneficios latentes que genera a estructuras conscientemente ilegales tanto a las instituciones que están en contra.
Los consumidores, gente de clase baja, pobre, perdida, excluida e inhumanamente discriminada son como los hijos bastardos del sistema capitalista, sin entidades dispuestas de verdad a brindarles la atención y ayuda necesaria para que dejen de seguir vagando en el mundo de la perdición, sin rumbo, sin propósitos, en un mundo en decadencia de valores. “cada uno de ellos pudiese tener otra historia de vida, sin drogas, con otras contingencias ambientales, e incluso todos ellos pudiesen recuperarse si recibiesen la ayuda que precisa y en la dirección que necesitan, si tan solo recibiesen comprensión y ayuda y no únicamente marginación y castigo”. (Valverde, 1996).
Conclusión:
No existen beneficios para los individuos que consumen droga. El beneficio de satisfacer la necesidad no es beneficio ya que causa un daño latente a largo plazo pero que es fatal. Un beneficio implica bienestar puro y no efímero. No existe, la voluntad de las entidades políticas nacionales e internacionales de erradicar de verdad el comercio de las drogas, las medidas en contra de tales actividades son, únicamente, paliativas que la mitigan, sin mayores pretensiones. 
Lamentablemente hay vacíos de datos faltantes aquí, no obstante, el insumo para el debate y la reflexión está.

Referencias:

Bibliográficas:

- Bauman, S: (2000). Modernidad líquida. Fondo de cultura económica de Argentina, El Salvador S.A, San Salvador.

- GARFINKEL H: (2006). Estudios en Etnometodología. (primera edición en Anthropos Editorial, traducción de Antonio Pérez Hernáiz. 2006). Rubí (Barcelona).

- VALVERDE J: (1996). Vivir con la Droga; Experiencia de intervención sobre pobreza, droga y sida. (Primera edición). Madrid, España.
Documentales:
- TONKONOFF S: (2012). Las funciones sociales del crimen y castigo; una comparación entre las perspectivas de Durkheim y Foucault.

- Comisión Nacional Anti-drogas: (2015). Informe nacional sobre drogas de El Salvador. (Primera edición). San Salvador, El Salvador.

- Comisión Nacional Anti-drogas: (2014). Estudio nacional sobre el consumo de drogas en la población general. (Primera edición). San Salvador, El Salvador.


Liberté, égalité et fraternité

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