ARENA Y FMLN: HIJOS DE LA GUERRA

by - enero 25, 2019

Cuando los grupos fácticos de poder hegemónico estaban perdiendo sus apoyos extranjeros estratégicos y junto a ello la guerra y sus proyectos tiranos, basados en la violencia directa y coercitiva para mantener sus ilegítimos privilegios estaban agotados, y cuando las masas se estaban quitando la venda de sus ojos, y en efecto, empezaban a mirar bajo otra perspectiva que no fuera la amnesia y el miedo, astutamente pensaron en crear nuevos partidos políticos que bajo las ideas superficialmente ligadas a la democracia y a la paz, palabras que el pueblo veía tímidamente y que no sabía definir, pero que, sin embargo, identificaba como algo nuevo y deseable, diferente a la oscuridad de la corrupción de los opresores y a la violencia sistemática que se habían vivido en carne propia unos años antes, nacieron súbitamente de una de los periodos más crueles e irracionales de nuestra tétrica historia prometiendo democracia, paz y desarrollo.

El Salvador era un pueblo que, en casos extremos, no se sabía si eran humanos u otra cosa por lo paupérrimas que eran las condiciones materiales de vida que degradaba sádicamente su dignidad como persona.
Eran el cansancio de un pueblo pobre, o inequívocamente dicho, empobrecido durante una larga historia de abusos y dominación de unos pocos sobre una gran mayoría,  que no aguantaba más ver sangre en los patios, en los ríos, en las quebradas, en las colinas, en las escuelas, en las iglesias o donde las marionetas llenas de odio portadoras de armas de fuego se enfrentaba a otros igual de raquíticos, insensatos y de pocas letras, pero que, sin embargo, los diferenciaba sus ideas y sus superiores, al cual debían subordinarse ciegamente, sobre todo en el ejercito. Era cuestión de jerarquía.

Los grupos hegemónicos (militar y económicos) engendraron durante la guerra civil a los partidos políticos más grandes de la actualidad, la Alianza Nacionalista (ARENA) y al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Partidos que poco a poco, de 1992 a 2019, en la medida en que fueron madurando y obteniendo poder, algo que viene dado de la legitimidad y confianza que le entregue el pueblo a un grupo selecto y corrompible de actores políticos, vertiginosamente se fueron dando a conocer, es decir, esos partidos políticos mostraron y están mostrando sus verdaderos intereses en los que convergen claramente, mantener sus privilegios sociales y políticos a través de tener control de la estructura económica, y esta, a la vez, teniendo el control de los diferentes órganos de poder de un estado que no asegura casi nada a la población, ni los derechos más imprescindibles. 

Los intereses de estos, no pasan de ser fachada y llenos de fugacidad, no más que palabras que al pasar un determinado periodo, en el que reaparecen para suplicar votos, terminan solidificando la idea de que sus intereses son principalmente comerciar con la política o weberianamente vivir de ella y no para ella. En otras palabras, fueron más discurso que acción. No hay izquierda sin revolución, ni derecha sin explotación.

Nacieron de la oscuridad, la historia los parió, nacieron del dolor de un pueblo sufrido, de la violencia sistemática , del odio, de la impunidad, manchados de sangre inocente, manchas que no se han podido lavar, ni las lavarán. No obstante, nacieron prometiendo paz y bienestar, algo que consiguieron, pero personalmente porque las masas siguen jodidamente sobreviviendo, otros pierden la batalla. Hoy es fácil saber que nada fue más falso que sus promesas, mera utopía que un pueblo herido se creyó y que cansados de sufrir entregó pacíficamente todo su poder a unos grupos selectos de poderosos empresarios y banqueros que hicieron lo que más les convenía en marcados en el plan neoliberal al que derecha e izquierda se alacayaron y que hoy muchos años después nos gobierna aunque no traiga mas que desigualdad entre ricos y pobres, no hay clase media, sino un buen puñado de gente que, pensando como ricos viven ilusionados aceptando las migajas del capitalismo (salarios mínimos, baja calidad en los servicios de salud, educación, etc) que caen del pastel de los ricos y con ellas se vive ni bien, ni mal, domesticado.


A pesar de ser viejos, hacen política como niños, o más bien, nos tratan como niños, es decir, ingenuos, poco críticos ante su corrupción y mentiras políticas. Creen que dándole dulces, delantares, vasos de plástico, camisas, gorras o cualquier juguete pueden conseguir comprar la voluntad de la gente sencilla. Cabrones, que hacen de la sagrada política , es decir, la genuina, un negocio, como si en esencia lo fuera.
Por eso los filósofos y humanistas deberían gobernar el mundo, para ver los fondos públicos no como un festín del cual incrementar egoístamente la riqueza personal, sino como el motor que empuje a la sociedad a dignificar la existencia humana, lo que implica respetar la madre tierra. Pero que esperar aquí si la política y el poder está secuestrado por el mercado y su lógica de funcionamiento.
Para terminar, más no para concluir, habría que repensar el valor que pueden tener hoy los partidos políticos luego de sus hazañas antidemocráticas antes y después de lograr los acuerdos de paz. No más que histórico en el caso del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.

“La civilización es una causa perdida; la política, una absurda mentira; el trabajo, un chiste cruel”. Charles Bukowski.

¡LIBERTÉ, ÉGALITÉ ET FRATERNITÉ!
  

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